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Reseña de libro / Violencia y espacio vital


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Más allá del individuo: la sociedad herida
Por: Cynthia Pech*
Patricia Bifani-Richard, Violencia, individuo y espacio vital. México: Universidad de la Ciudad de México, 2004, 245 páginas.
Este trabajo ensayístico supone un gran intento por ahondar en el tema de la violencia, sin duda, un tema retomado por muchos estudiosos y desde múltiples visiones. Sin embargo, y pese a que el tema principal tratado en Violencia, individuo y espacio vital, se suscribe dentro de los estudios llamados de la paz o solución de conflictos, intuyo que la cualidad específica de este texto, es que repunta su perspectiva sobre una cuestión reflexiva de interés filosófico de principio: ¿por qué el ser humano es violento?

No hay duda que esta cuestión resulta hoy en día, una cuestión que sobre pasa los límites de la pregunta ontológica y se convierte en tema de actualidad y hasta en algo cotidianamente noticiosos —por ello, a mi entender, la autora no habla de sujeto sino de “individuo”, es decir, individuo como “ser” social, que interactúa socialmente—.
Es un hecho que los periódicos y sobre todo, la televisión, nos dan muestra que la realidad supera cualquier ficción. La violencia se vive, se ve, se siente día con día más allá de nosotros mismos: en casa, con el vecino, con el amigo, con el desconocido. Sin duda, con la otredad. Pero ¿qué suscita la violencia?
En este ensayo, la autora indaga sobre el tema desde una visión fenomenológica y vierte sus fundamentos hacia una explicación de la experiencia vivida por el ser humano que se desglosa entre el instinto y la voluntad y en este sentido, muestra las contradicciones mismas que el término contiene. Por un lado, resume parte de la esencia del ser humano como parte de la “naturaleza”, pero por otro, lo aísla a una cuestión de libertad de decisión que posibilita su situación “social”.
Evidentemente, las disertaciones de la autora, que están atravesadas por estas contradicciones, logran centrar el análisis en el punto que le preocupa y del cual nos habla continuamente: el ser humano y su entorno —que ella denomina “espacio vital”—. Para ella el espacio es “el eje primario de arraigos, identidades y encuentros, así como el centro vital de la toma de conciencia y elaboración de la historia” pero, al mismo tiempo, “es también centro privilegiado de violencias y agresiones”. Por ello, cuando se habla de entorno hay que entenderlo como el espacio social: las relaciones humanas y sus convenciones, los “espacios vitales” que los seres humanos hemos devastado para crear otros que hemos convertido en nuestros “hábitat” y que hemos construido bajo el principio de violentar el medio —nuestro medio— ambiente. Y aquí cabe preguntar ¿por qué esta despreocupación por el medio ambiente? Quizás se deba a la creencia de que los seres humanos poseemos el derecho al dominio de la naturaleza —cosa que hoy resulta una falacia— y por supuesto, el dominio sobre todos aquellos seres vivientes que nos resultan “dominables” —cosa que hoy resulta más que probable—.
Lo que median los “espacios vitales” son las relaciones desiguales en donde lo “inferior” y lo “superior” se colocan como graduaciones reguladoras de la conducta humana a partir de un hecho —visto como trasgresión— que a veces tiende hacia la creación pero muchas otras, hacia la destrucción: las formas de ejercer la violencia en una sociedad que cada vez se convierte más en la caja de Pandora.
Me parece que el gran reto de este libro es que, lo planteado por Bifani-Richard, nos ayuda a contextualizar el problema de la violencia y del ser humano violento en los actuales tiempos que estamos viviendo bajo la denominada “globalización” y en un tiempo de “guerras preventivas”. Para ello, hace uso de varios ejemplos que le sirven para ponernos en situación de sus apuestas analíticas, a partir de descubrir en ellos los distintos espacios violentados —o “espacios heridos”, como los enuncia ella—.
Con los ejemplos utilizados, la autora se remonta, ejercitando una política de la memoria, el caso de la tortura y la muerte, tema sensible que hace reflexionar sobre una realidad vivida en muchos países y que, efectivamente, consigue recordar para que no olvidemos. Asimismo, la autora reflexiona sobre las diferentes formas como los seres humanos violentan los espacios vitales de todos aquellos que le son “diferentes”, con ello, me parece, abre un intervalo a la reflexión sobre el ejercicio del poder a partir de la violencia. Sobre esto, la autora, se atreve a mostrarnos las diferentes formas en que la violencia se ejerce pero también, se vive.
La historia va marcando los tiempos y los destiempos en este texto. Hoy, la tortura ya no sólo la ejerce el Dictador, el General o el que recibe las órdenes supremas de ejercerla. La tortura es una forma de violencia que se encuentra presente en nuestra vida cotidiana y que además, se vive en muchos de los países de Latinoamérica y en países ocupados militarmente en otras regiones. La idea de un Estado represor se manifiesta en las formas —aún existentes, de múltiples maneras, en los actuales estados democráticos formales—, repito, en que la violencia se está dando a partir de las diferencias sociales —que se sustentan en las relaciones económicas desiguales, como bien apunta la autora—, y que llama la atención el poder de magnificación que está cobrando y que ella, sin duda, se acerca al estudiar los diferentes espacios violentos como son las dictaduras, la situación de la mujer en el mundo islámico de la burka o los espacios donde se manejan los dobles discursos de la política armamentista: lo antibélico versus lo bélico. Aún hay más, lo antibélico igual a “la paz”, pero ¿qué es la paz? ¿Es solamente la solución de conflictos? ¿o es un estado de tranquilidad del ser humano?
A lo largo de 245 páginas de este ensayo, la expectativa sobre el tema se abre hacia caminos insospechados que la autora va tratando de atajar aportando las pistas necesarias para una lectura continua. Sin duda, se trata de un trabajo rico conceptualmente en el que la autora apuesta por conceptos como “ser-en-el- mundo”, concepto clave para la formulación del concepto bienvenido de “ser en el espacio de la sociedad” en el que la autora aterriza su digresión.
Reitero que se trata de un trabajo de actualidad y que abre una ventana más hacia donde puede ir la discusión sobre “la violencia del individuo sujeto a su espacio vital”. Sin duda, este texto escrito en forma plausible, incita a una lectura detenida y se presenta como referencia obligada para futuras discusiones que hoy todavía son de actualidad.



* Publicada en Revista Cultura Urbana, No. 3, ago-jul 2005, págs. 63-64 (México).

martes

Artículo/ Mujeres frente a la violencia


Mujeres israelíes por una paz justa
publicado en Triple Jornada, marzo 2002, y aparecido en versión impresa y electrónica: http://www.jornada.unam.mx/2002/03/04/titls_articls.htmFotos: Cynthia Pech

No a la ocupación de Palestina, por un Estado laico, igualitario y no militarista: Coalición de mujeres israelies por una Paz Justa.


Los hombres hacen la paz con el mismo lenguaje con que hacen la guerra.

Las mujeres tenemos más posibilidades de hacer un diálogo en el lenguaje de la igualdad y la cooperación.

No es posble la paz sin igualdad civil entre judíos y árabes, entre hombres y mujeres, entre todos

Eduardo Mosches y Cynthia Pech



Los aviones lanzan sus bombas sobre las ciudades, los tanques cierran las salidas de las poblaciones y encañonan con dureza los edificios públicos palestinos, los buldózeres destrozan antenas de emisoras radiales, un hombre joven cubre su cuerpo de dinamita y se explota dejando a su alrededor otros cadáveres tan jóvenes como él o ancianos como sus abuelos. El conflicto de casi cien años en el ámbito geográfico de Palestina sigue destilando muertos, angustias y desesperanzas. El problema colonial sigue vigente. La lucha entre intereses políticos se trasluce como siempre a costa de los ciudadanos inocentes. El Medio Oriente es la zona donde los conflictos parecen irresolubles.
El actual gobierno israelí, con su táctica de hacer valer la fuerza sobre la inteligencia, lleva con ímpetu la acción de encrespar las acciones armadas hacia una nueva guerra abierta y sin eufemismos. La Autoridad Palestina, y Arafat en su dirección, encaminaron sus esfuerzos a la búsqueda de un estado plausible, pero este camino no ha estado falto de acres críticas de activistas políticos e intelectuales palestinos, la cual se dirigió a enfatizar las expresiones poco democráticas y los efectos de corrupción económica. Y la impaciencia crecía. Y los efectos de la constitución de asentamientos judíos en territorio palestino aumentaron los conflictos y los asentamientos siguieron creciendo de igual medida. Más, muertos, más sangre, la palabra paz la envuelven en la bandera de la guerra para hablar de esta. La paz de los sepulcros.
Los hombres, género masculino, continuan en su tarea de no entenderse. En medio de este griterío doloroso las mujeres, algunas, quieren retomar el rumbo de un pensar dirigido a lo humano, y no a la bandera nacional. Buscar soluciones en medio del fragor de la guerra: ciertas mujeres israelíes encuentran la indispensable necesidad de decir un no a lo que acontece e influye básicamente en su sociedad.
Son ejemplos para Israel, mujeres como Nurit Peled, destacada activista por la paz, madre que perdió en un atentado palestino en 1987, a su hija de 14 años, la periodista Amira Haas que no deja de decir las verdades de la ocupación en territorio palestino, por otra parte, un sinnúmero de mujeres de todas las edades que forman parte de movimientos feministas, pacifistas, antimilitaristas, y es alrededor de este movimiento que presentamos un tejido de opiniones del cual todas son dueñas. Sostuvimos conversaciones con varias mujeres, como Lilli Traubmann, miembra de "Mujeres por la paz"; Java Tournansky, académica universitaria; Marcela London, escritora para niños y Lea Zemel, reconocida abogada defensora de presos políticos palestinos.
El mar es un buen elemento para recordarnos que tan frágiles y temporales somos los seres humanos. Parte de lo que aquí se escribe lo escuchamos a orillas del Mediterráneo. Testimonios que, sin duda, son una aproximación a un fragmento de historia en que estas mujeres, de diferentes generaciones y países de origen, con ilusiones, angustias vividas; huidas de dictaduras o por migración deseada a un nuevo país, o bien, nacidas en Israel, comparten la angustiosa piel de esa realidad.

Hace apenas unos días, en diciembre, el Parlamento Europeo entregó el "Premio Andrei Sajarov" a la Coalición de Mujeres por una Paz Justa, por el trabajo que esta organización israelí ha venido realizando en la lucha a favor de la paz desde distintos ámbitos y con diferentes acciones ¿Quiénes conforman la Coalición y cuáles son sus acciones?
La Coalición de Mujeres por una Paz Justa la conforman varias organizaciones, entre ellas se encuentra Majson Guosh, que es un grupo de mujeres que empezaron sus actividades en Jerusalén, como observadoras en las barreras militares que impiden el paso de palestinos a territorio israelí y asimismo, dentro del propio territorio palestino. Estas barreras impiden realmente a los palestinos ir a alguna parte. Para Lilli Traubman, esto es "algo difícil de creer. Se han formado como especie de pequeños guetos, de los cuales sólo se puede salir para ir a otros mediante un permiso que, no obstante, los libra del maltrato y humillaciones de los soldados que se encuentran en las barreras militares". Las mujeres observadoras empezaron a organizarse para acudir a las barreras militares y con algunas cámaras fotográficas documentaban lo que pasaba. Estas mujeres, "tratan de darle cierto límite a la impunidad del poder militar".
Otro grupo es el que se agrupa alrededor de la revista feminista Noga, publicación israelí que tiene ya varios años en circulación y la que se presume de ser excelente y única en su género ya que retoma una visión feminista radical.
Por otro lado, esta el grupo NELET (Nashim leman democracia: Mujeres por la democracia), que es una agrupación de mujeres judías y árabes israelíes que empezaron durante la primera intifada, en diciembre de 1988, a realizar un trabajo conjunto.
Mujeres de negro, conocida agrupación que reúne a mujeres que desde la primera intifada hasta nuestros días, se manifiestan en diversos puntos del país. Actualmente lo hacen en nueve puntos de Israel en donde confluyen tanto mujeres israelíes-judías como israelíes-palestinas.
El grupo Mujeres y madres por la paz, salió de "Las cuatro madres" que eran el grupo de mujeres que lucharon para salir de Líbano y cuando se logró la demanda, ese grupo de disolvió y se conformó esta agrupación.
Nuevo Perfil (New Profil), es un grupo de mujeres feministas que luchan en contra del militarismo de la sociedad israelí y por la búsqueda de una laicización de la sociedad israelí. Ha sido el primer grupo en Israel que ha llamado abiertamente a no prestar servicio militar por cuestiones de conciencia.
El Movimiento de Mujeres Democráticas de Israel, es un frente de mujeres ligado al partido comunista israelí que desde hace cincuenta años, conformaron el primer movimiento israelí de mujeres árabes y judías dentro de Israel. Hoy en día hay muy pocas mujeres judías ahí. La mayor parte son árabes.
Y finalmente, Mujeres por la paz (Bat Shalom), que es un movimiento feminista pacifista, nacido como consecuencia de otra organización que participó en una reunión internacional entre mujeres árabes e israelíes, en la que se llegaron a acuerdos políticos y a raíz de estos surgió Bat Shalom en Jerusalén Occidental y el Centro de Mujeres Palestinas de Jerusalén, en Jerusalén Este.

¿Cuál es el interés por conformar organizaciones en las que participen solamente mujeres? Creemos que este interés se basa en la necesidad de que las mujeres debemos perseguir la paz y la igualdad social desde nuestro ser mujeres. El sentido social en la lucha por la paz es esencial. Sin duda, estas mujeres no quieren llegar a una paz desde la perspectiva de los Acuerdos de Oslo, que proponen un nuevo Medio Oriente, producto de la globalización, sino a una paz que traiga un cambio social, donde haya valores humanos, valores de igualdad y una sociedad diferente a la militarista: una sociedad civil.
La necesidad de una sociedad civil se filtra en el actuar cotidiano de parte de la sociedad israelí. Hoy en día puede verse en la prensa del país, que un sector cada vez más amplio de jóvenes mujeres se han negado a participar en el ejército por razones básicamente pacifistas que son acogidas con recelo por la otra parte de la sociedad israelí. Asimismo, se dan casos de muchachos que se niegan a realizar el servicio militar, sin embargo, esta expresión, aparentemente, no tiene un tono marcadamente político, sino por la sencilla razón de que quieren vivir su vida. No desean perder tres años de su vida. Estos chicos te pueden decir que su posición no es por la paz sino que más bien, han decidido negarse en función de que no quieren ir a morir y con ello, dejar de vivir su vida. Quizá no se dan cuenta de que sí es por la paz.

Pero ¿cómo ha repercutido el hecho de negarse a realizar el servicio militar, en el pensar cotidiano de la gente?
En algunos círculos se percibe más que en otros, por supuesto. Una de las señales de repercusión fue el hecho de que el año pasado se realizó una semana de actividades alrededor de los actos de negativa, organizado por la Universidad Hebrea de Jerusalén y por New Profile. Sin embargo, es difícil saber hasta dónde repercute. Lo que se sabe es que repercute. Es visible que cada vez hay más y más gente que no quiere ir al ejército, tanto mujeres como hombres. No se puede olvidar, nos dice Lea Zemel, "que la retirada del Líbano fue en gran parte realizada, por efectos de la lucha de mujeres". Que se fue realizando muy lentamente, madurando casi en silencio, hasta que se materializó en la exigencia de muchas madres, la de salir de los territorios del Líbano. Y eso se aceptó. "Dolía, muchos soldados murieron, además la sociedad comenzaba a ver esa ocupación sin razón alguna. Yo no sé si esto puede darse con relación a los territorios palestinos, pero, por lo menos, se puede decir que existe el potencial de lucha en las mujeres".

Cada viernes, se reúnen en acción de protesta las llamadas "Mujeres de Negro" en Jerusalén y en varios puntos de Israel. ¿ Cuáles fueron las motivaciones personales, sociales y las demandas para la realización de este tipo específico de protesta?
Mujeres de Negro comenzó en Jerusalén con el comienzo de la primera intifada en diciembre de 1988. Varias mujeres de Jerusalén decidieron reunirse para tratar de hacer algo con la situación que se estaba dando. Entonces decidieron vestirse de negro y pararse en una plaza importante de la ciudad una vez por semana. Decidieron hacerlo el día viernes, entre una y dos de la tarde, y manifestarse vestidas de negro, en silencio y mostrando pancartas que decían en principio ¡No a la ocupación! Posteriormente, fueron ampliándose las demandas y las consignas, dependiendo de los distintos momentos y lugares en donde estas manifestaciones se desarrollaban. Mujeres de Negro no era ni es propiamente una organización, sino una manifestación constante de mujeres.

En estos momentos se han recrudecido las acciones del terrorismo del estado israelí, por un lado, y el de los extremistas palestinos, por el otro. ¿Qué opinión se tiene hacia estos terrorismos?
Lo que Israel hace es terrorismo y muchas veces son crímenes de guerra. Un Estado tiene toda la responsabilidad sobre lo que su ejército hace, en el caso de la parte palestina no puede haber un ente que se haga responsable de las acciones terroristas porque no es un Estado, si lo fuera, otra cosa sería. El terrorismo, por su parte, lo único que va a traer será cada vez más y más terrorismo. La situación de hambre entre la población palestina es cada vez más difícil, además está el hecho que se da en los bloqueos militares. Hay que pensar en las mujeres que han dado a luz en estas paradas militares porque no les permiten ir al hospital y entonces la humillante situación es que tiene que abrir las piernas ahí y parir al lado de los soldados. Pero la falta de asistencia sanitaria no sólo la han resentido las mujeres embarazadas sino también niños, niñas y las personas mayores que por falta de atención algunos de ellos han muerto frente a los soldados. Véase como se vea, eso es terror y el terror del Estado es más fuerte que el otro. Sin duda, ninguno de los dos terrores nos va a llevar a ninguna parte. Es cierto que nunca se ha conseguido ninguna independencia sin luchar nada, porque así es lamentablemente, pero tal y como está hoy en día la situación, nos está llevando a un fascismo. La gente tiene miedo.

¿Cómo se expresan psicológicamente y anímicamente en la población la sensación creciente del miedo ante las acciones del terror, y de qué forma ha influido en la vida cotidiana de los ciudadanos y las ciudadanas ese agrietamiento de la tranquilidad personal?
La gente se ha ido a los lugares muy oscuros. Se fue hacia el nacionalismo extremo por la falta de confianza, manejando la idea en general de que todos los palestinos son unos asesinos, todos están sedientos de sangre y por supuesto, nunca se podrá hacer la paz porque ellos no quieren la paz. Ya lo dijo Barak, manipulando y engañando, de que ellos no quisieron aceptar todo lo que Israel en su momento les quiso dar. Y la sociedad se lo cree y está convencida de que así fue.

Existe la idea en un amplio espectro de la opinión pública,, que el no haber llegado a los acuerdos de paz entre Barak y Arafat fue responsabilidad de la negativa palestina. ¿Qué hay detrás de este hecho, qué tanta verdad hay, qué pasó?
Nosotras vemos todo el proceso en su conjunto desde que empezaron los acuerdos de paz hasta que reventaron, vemos un proceso de humillación todo el tiempo, humillación de Israel hacia los palestinos. Vemos un proceso de empobrecimiento, del cierre que empezó después del proceso de paz. No hay que olvidar que para la mayoría de la gente la paz es poder trabajar para poder vivir. Realmente no importa tanta política ni que Arafat se siente con Rabin o Barak. La gente quiere vivir bien. Pero la firma de los acuerdos no significó que los palestinos pudieran entrar a Israel para trabajar y vivir bien. Los bloqueos siguieron existiendo. También las humillaciones. Pero sin duda, estos acuerdos de paz, basados principalmente en acuerdos militares, no podían llevar a ningún proceso de paz.

El problema actual es la continuación del conflicto entre los deseos de un pueblo en emigrar que se encuentra con otro en ese mismo territorio. Cuando llegaste a Israel, ¿qué sabias de la existencia de los palestinos?
Java llegó de México en 1958. Han transcurrido mas de 40 años. Al llegar ella, nada sabía de la existencia real de los palestinos. El proceso de reconocimiento fue lento al inicio. Pero la dinámica de la vida, las guerras, el acentuamiento del conflicto y sus hijos que paseaban por el país, fueron los que le hicieron conciente de las condiciones de vida miserables de los palestinos en Israel, y por lo tanto, le hicieron tomar conciencia del hecho de la existencia de un pueblo.
Para ella, "uno de los elementos más terribles que ha existido en el ámbito del sionismo, ha sido la función del Keren Kayemet, la institución responsable de la adquisición de tierras en los tiempos antes y después de la fundación del Estado, y creo que su función, vista a la luz de hoy día, fue la que posibilitó los inicios del conflicto. Era la compra de tierras que debían de estar vacías de campesinos palestinos. Ahí inició el conflicto".
Marcela llegó de Argentina en 1963. Han transcurrido casi 40 años. Al llegar ella, a trabajar y vivir en el kibutz Bahan, nada sabía de la existencia real de los palestinos. Su toma de conciencia fue, como dice ella, en el momento que "perdió la inocencia". Esta perdida inocencia comenzó a raíz de los hechos desencadenados después de la guerra de los seis días, en 1967. La cual consistió en la observación de un ambiente intensamente xenófobo, anti- árabe y marcado por una explosión de valores míticos religiosos judíos. Su sensibilidad humanista la impulsó a buscar respuestas ante la aparición cercana del pueblo palestino. Como ella dice: "contradictoriamente, la guerra y la anexión territorial me llevó a conocer de cerca a esas personas, los palestinos, verlos como humanos y no como enemigos míticos y lejanos". Su trabajo con maestras palestinas (israelíes y de los territorios) en expresión artística, la llevó a experimentar una verdadera cercanía con esas mujeres, haciendo claro para sí, que eran eso: mujeres como ella misma.

En estos momentos son los hombres los que básicamente deciden el hacer y quehacer de la guerra, ¿hay una idea, una posibilidad feminista de solución humana al conflicto? Si la hay y es la única que permitirá la paz, la solución es el cese de toda acción militarista. Los hombres hacen la paz con el mismo lenguaje con que se hace la guerra y yo -Traubman- quiero hacer la paz con otro lenguaje. Ahora las mujeres, de las dos partes, no son parte de la dirección de la institución militar, no son parte de ese lenguaje tampoco. Ella cree que las mujeres tenemos más posibilidades de entrar en un diálogo basado realmente en el lenguaje de la igualdad, de lo social, de cooperación y de escuchar y poder dialogar, porque realmente ese diálogo de hacer la paz sobre la base de la seguridad no va a llevar nunca a ningún lugar de paz sino a otra guerra con más represión.

¿Y qué puntos, como feministas, han tocado básicamente en el interior de la sociedad israelí y si estos puntos sólo tocan el ideario de la paz o si así mismo tocan algunos puntos conflictivos de la vida en la sociedad israelí?
Traubman sólo cree en procesos y no en que las cosas se hagan de tajo. "Los procesos son largos. Lo que nos interesa es la igualdad civil entre hombres y mujeres, entre judíos y árabes y entre todos".
En la actualidad, Mujeres por la paz tiene una campaña que se centra en la pregunta "¿qué hiciste hoy para terminar con la ocupación?". Su lucha contra la ocupación es diaria y pública. Esa es su posición política. "Porque muchos de nosotros formamos parte de la ocupación sin darnos cuenta y hay que tomar conciencia de ese hecho y luchar, por ejemplo con algo que empezó por « el bloqueo por la paz», aunque nosotros queremos hacerlo más amplio, no comprar productos que los colonos de los territorios ocupados producen. La intención es hacer un boicot a sus productos".


¿Qué consignas o qué alternativas se plantean en el proceso de acercamiento a la denominada igualdad socio-cultural del hombre y la mujer?
Mientras Israel sea una sociedad militarista, las mujeres seguirán siendo discriminadas y reprimidas porque la base de la sociedad es una base de guerreros, una base de los hombres, una sociedad que está basada en la fuerza. Para la representante de Mujeres por la paz, "las mujeres no somos parte de eso y vemos que una de las cosas principales, por eso somos un grupo de mujeres y no un grupo mixto, es la cuestión de la no militarización del Estado israelí". Ya el año pasado, desde que comenzó la última intifada, las mujeres han llevado acciones pacifistas manifiestas. Las primeras en salir a la calle fueron las mujeres, seguidas por los hombres. Sin embargo, las mujeres que hoy confluyen en la Coalición de Mujeres por una Paz Justa, fueron las primeras en manifestarse y lo han seguido haciendo. Desde los primeros días hasta la fecha. Ejemplo de ello es que Mujeres por la paz están organizando una manifestación para el 28 de diciembre en Jerusalén en donde se dan cita dos hechos a conmemorar, por un lado, el comienzo de la primera intifada y, por el otro, la aparición de Mujeres de Negro.
Nosotras vemos la relación entre todo tipo de represión. Desde la represión social, la represión nacional, la represión del hombre en contra de la mujer. Las consignas siguen siendo: "La ocupación nos mata a todos" y "¿Has elegido por la vida?".

En los encuentros entre mujeres israelíes y palestinas ¿qué puntos de discusión hubo?
El punto central de discusión fue el problema de los refugiados. Las mujeres palestinas exigían que Mujeres por la paz se comprometiera a conseguir el regreso de los refugiados al lugar de donde salieron, sin embargo, lo único real que el grupo podía hacer era pedir al Estado de Israel su deber de reconocer su directa responsabilidad en la formación del problema palestino y que debía de llegar a una solución según los acuerdos de Naciones Unidas. La imposibilidad del compromiso por parte de estas mujeres israelíes conllevó a la ruptura del diálogo con las palestinas. La representante de esta agrupación israelí considera que "más que una cuestión política, fue un proceso de desigualdad, pues es un hecho que Bat Shalom no es un grupo para las palestinas sino que somos ciudadanas israelíes que pretendemos cambiar a la sociedad israelí y por ello, nuestros intereses son distintos a los de las mujeres palestinas. De alguna manera, nuestra situación es privilegiada en todo casoij Cuando yo llego a una reunión lo hago de manera tranquila, mientras, las mujeres palestinas han tenido que atravesar varias barreras militares y enfrentarse a esa situación de ocupación. Estamos hablando de un diálogo que ya no es igual". Sin duda existe una cuestión solidaria que es la que se debe trabajar. Hay puntos en los que se puede coincidir y otros en que no. Habrá que trabajar en los que sí.

¿Qué puede significar ser mujer en una sociedad en guerra?
Significa que cada vez la sociedad se vuelve más violenta y quien sufre ello, somos las mujeres. Sin ir más lejos, este año, en Israel, han sido asesinadas por sus maridos, 28 mujeres. El año pasado fueron 20. Lo mismo sucedió durante la guerra del golfo en que subió la cantidad de asesinatos de mujeres a manos de sus maridos. La guerra trae la brutalización de la sociedad que se manifiesta de variadas formas como el tráfico de mujeres que traen de otros países a Israel. Con ello se puede ver que el valor de la vida, del ser humano, se reduce a dinero. El precio de una mujer es de entre tres mil y cinco mil dólares. Eso es todo.

A simple vista, Israel es un país pintado de dos maneras: una, es la presencia aparente de una democracia parlamentaria occidental y la otra, es un Estado en el cual no se ha realizado la separación iglesia-estado. Eso conlleva a una serie de hechos ligados a la vida cotidiana: desde prohibiciones alimenticias o limitaciones de tránsito en días específicos, hasta la inexistencia del casamiento laico. ¿Cuál sería, ante esa realidad, un Estado ideal?
Sin lugar a dudas, el Estado ideal sería un Estado diferente al que existe en la actualidad, que esté separado de la Iglesia y que contemple la igualdad y libertad para sus ciudadanos, es decir, un Estado de los ciudadanos. Quizá el hecho de poder viajar o no viajar es importante pero hay cosas peores, por ejemplo que el vivir, el morir, el casarte, tiene que ver con la religión y no es solamente que la religión esté metida dentro del Estado sino que toda persona está obligada a tomar una posición religiosa entre el ser cristiana, judía, ortodoxa, musulmana o lo que sea. Es una obligación. Aunque para las mujeres la situación es mucho peor ya que todas las religiones nos sitúan en una posición inferior.