sábado
Violencia, Litertura y Vida Cotidiana
Escribir/Resistir la violencia*
Frente a la violencia que en este momento está aconteciendo en el mundo no podemos detenernos a desentrañar en qué parte de la ontología humana está el ser violento o cuál es la genealogía propia de la violencia, sino lo que importa, en todo caso, es tratar de pensar las formas en que se manifiesta la violencia y cómo actúa sobre nuestras acciones. Decir esto significa aceptar que el ser humano es un ser-para-la violencia, y decirlo tiene sentido sólo si ello sirve para aprender de qué manera podemos los seres humanos resistir la violencia que sí es y con ello, quizá, revertir los estándares de agresión a partir de los cuales interactuamos, pues estoy segura que toda práctica de la violencia es proporcional a la agresión interiorizada por la sociedad y la manera natural en que ésta se manifiesta en la vida cotidiana de los individuos.
La violencia encierra una paradoja consustancial: es a la vez subjetiva como objetiva, y aunque la violencia subjetiva es la más visible, la objetiva opera a partir de dos formas poco perceptibles como son el plano de lo simbólico (el lenguaje y sus formas que imponen un cierto universo de sentido) y el plano de lo sistémico (una violencia implícita, invisible y estructural que funciona desde/con los sistemas económico-políticos).
De cualquier manera, la intención de toda reflexión en torno a nuestro ser violento en una sociedad violenta debe conducir a concientizarnos sobre nuestras propias acciones para empezar a desactivarla en nuestros entornos más cercanos y cotidianos. Más cuando en México y en otras partes del mundo se están sucediendo actos violentos que no podemos entender, mucho menos explicar. En el caso particular de nuestro país, la violencia ha pasado de ser una estadística para convertirse en un hecho cercano. La violencia ha dejado de ser una noticia mediada por los medios para convertirse en lo que ocurre aquí, cerquita de nosotros y ante la que tenemos la sensación de que no podemos hacer nada. Sin embargo, escribir la violencia es una posibilidad de enfrentarla a partir de describirla de manera localizada y ofrecer, con ello dos cosas: un reconocimiento de su existencia para reflexionar, pero también, un distanciamiento necesario para extraer lo obsceno de ella y a partir de ahí, actuar.
Escribir la violencia es describir su riesgoso juego manifiesto en el entorno de cada uno de nosotros: su radio de acción y su legitimación. La violencia se ejerce en el espacio vital de los individuos a partir de su uso que siempre tiende a ser legitimado, más cuando los acontecimientos actuales de un mundo tan convulso ostentan el grado de su e/invocación tolerada frente a los actos terroristas que siempre suelen parecer que vienen de los enemigos, pero ¿quiénes son los enemigos? Sin duda, hoy los principales enemigos son el miedo, el terror, la impotencia y la impunidad. No más.
La violencia es una agresión deliberada que provoca daños físicos y psicológicos y en este momento, cualquier acto violento encarna una irracionalidad que raya lo inimaginable. Lo único que queda ahora, me parce, es hacer más visible lo que todos reconocemos como existente pero que la violencia simbólica y sistémica nos apunta como obsceno, es decir, como aquello que debe quedarse fuera de la escena pública.
A estas alturas, ya nada es obsceno, menos cuando se vive en una sociedad violenta y ante ese hecho no debemos hacernos de la vista gorda frente a la responsabilidad que tenemos como ciudadanos. Por ello, los textos que conforman este número de Blanco Móvil, son una muestra del valor que cada uno y una de quien escribe tiene en un momento como éste y que supone no dejarse llevar por la sensación de que en tiempos convulsos e inciertos como estos, nada tiene sentido.
Este número monográfico sobre literatura, violencia y vida cotidiana tiene sentido, un sentido que otorga a las palabras el mérito de ser testimonios y que nos recuerdan, una vez más, que pese a lo traumática que resulta la violencia, aún es posible escribirla y con ello, resistirla.
* Presentación del número monográfico de Blanco Móvil (118), México, verano 2011.